lunes, 6 de diciembre de 2010

La Anfictionía

Simón Rodriguez desde la sala conjunta, se llevó sus lentillas a la cabeza y pensó: Carajo, cuando yo tendré otro a otro pupilo como Simón.

El General Bolivar desde su chinchorro de moriche le dictaba a sus tres secretarios mientras hablaba con Pedro, enviado plenipotenciario al Congreso Anfictiónico de Panamá: La amistad Pedro, tiene en mi corazón un templo y un tribunal. Cuando estés en Panamá diles que el deseo de mi espíritu es ver a la América convertida en una nación de Repúblicas y que quienes entremos en ésta alianza sepamos entregarle a la patria grande nuestras manos y nuestras vidas, como lo hemos hecho con Santiago de León de los Caballeros y con Santa Fé de Bogotá y en la Bella Quito. Que sepa San Martín, que está dispuesta la Espada de Bolivar para defender las Malvinas del León de Bretaña. Diga usted cuantos llaneros son necesarios embarcar, que así como me acompañaron a cruzar las estribaciones de los Andes, me acompañarán a cruzar el Atlántico desde Maracaibo, Puerto Cabello, La Guaira y Porlamar hasta el Puerto de la Plata, o si prefieren les alcanzamos en las malvinas. Sépase que los aguerridos NeoEspartanos, descendientes de los Güaiqueríes están dispuestos a guiar esta expedición. O dile Pedro al Reprentante de México que estamos dispuestos a Proteger su frontera Norte, sabemos de los planes de su vecino quienes siguen en su habitual conducta.

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