lunes, 15 de agosto de 2016

Juramento de Simón Bolívar en el Monte Sacro.

En Roma, el 15 de agosto de 1805, ante su maestro Simón Rodríguez, el joven Simón de 22 años, pronuncia el juramento que será el punto de partida, anímico y psicológico, que guiará el resto de sus días, la Libertad Suramericana.

¿Conque éste es el pueblo de Rómulo y Numa, de los Gracos y los Horacios, de Augusto y de Nerón, de César y de Bruto, de Tiberio y de Trajano? Aquí todas las grandezas han tenido su tipo y todas las miserias su cuna. Octavio se disfraza con el manto de la piedad pública para ocultar la suspicacia de su carácter y sus arrebatos sanguinarios; Bruto clava el puñal en el corazón de su protector para reemplazar la tiranía de César con la suya propia; Antonio renuncia los derechos de su gloria para embarcarse en las galeras de una meretriz; sin proyectos de reforma, Sila degüella a sus compatriotas, y Tiberio, sombrío como la noche y depravado como el crimen, divide su tiempo entre la concupiscencia y la matanza. Por un Cincinato hubo cien Caracallas, por un Trajano cien Calígulas y por un Vespasiano cien Claudios. Este pueblo ha dado para todo: severidad para los viejos tiempos; austeridad para la República; depravación para los Emperadores; catacumbas para los cristianos; valor para conquistar el mundo entero; ambición para convertir todos los Estados de la tierra en arrabales tributa­rios; mujeres para hacer pasar las ruedas sacrilegas de su carruaje sobre el tronco destrozado de sus padres; oradores para conmover, como Cicerón; poetas para seducir con su canto, como Virgilio; satíricos, como Juvenal y Lucrecio; filósofos débiles, como Séneca; y ciudadanos enteros, como Catón. Este pueblo ha dado para todo, menos para la causa de la humanidad: Mesalinas corrompidas, Agripinas sin entrañas, grandes historiadores, naturalistas insignes, guerreros ilustres, procónsules rapaces, sibaritas desenfrenados, aqui­latadas virtudes y crímenes groseros; pero para la emancipación del espíritu, para la extirpación de las preocupaciones, para el enal­tecimiento del hombre y para la perfectibilidad definitiva de su razón, bien poco, por no decir nada. La civilización que ha soplado del Oriente, ha mostrado aquí todas sus faces, ha hecho ver todos sus elementos; mas en cuanto a resolver el gran problema del hombre en libertad, parece que el asunto ha sido desconocido y que el despejo de esa misteriosa incógnita no ha de verificarse sino en el Nuevo Mundo.
¡Juro delante de usted; juro por el Dios de mis padres; juro por ellos; juro por mi honor, y juro por la Patria, que no daré descanso a mi brazo, ni reposo a mi alma, hasta que haya roto las cadenas que nos oprimen por voluntad del poder español!


* De un impreso. Homenaje de Colombia al Libertador Simón Bolívar en su Primer Centenario, 1783-1883, Edición Oficial, Bogotá, 1884; ar­tículo del Dr. Manuel Uribe Ángel titulado "El Libertador, su ayo y su capellán", recogido en las páginas 72-74 de dicho libro. En la p. 74 el doctor Uribe reproduce el texto del Juramento, tal como expresa habérselo relatado el propio Simón Rodríguez en Quito en el año 1850. Como puede observarse, se trata de una versión transmitida verbalmente por Rodríguez a Uribe 45 años después del Juramento y publicada por el segundo 34 años después de haberla oído; hay que acoger este texto, por consiguiente, con las naturales reservas en sus aspectos formales, en especial por lo que res­pecta al exordio o largo párrafo inicial. El párrafo final, más breve y rotundo, que constituye propiamente el Juramento célebre, es más pro­bable que se haya transmitido con mayor precisión, a causa de esas carac­terísticas de brevedad y rotundidad anotadas. De lo que no cabe la menor duda es del hecho histórico del Juramento, atestiguado por numerosas referencias, y principalmente por la carta de Simón Bolívar a Simón Rodríguez fechada en Pativilca el 19 de enero de 1824 (Véase, en esta Colección, correspondecia personal, doc. Nº 124, y correspondencia, Apéndice, pp. 295-297). Sobre el tema puede también consultarse la obra del Dr. Joaquín Díaz González, El Juramento de Simón Bolívar sobre el Monte Sacro (2ª edi­ción, mejorada y ampliada) Roma, 1958. Acerca de la personalidad de Simón Rodríguez (Caracas, 1771 - Amotape, 1854) véase el doc. Nº 1, nota 5.

Tomado de http://www.archivodellibertador.gob.ve/escritos/buscador/spip.php?article939 

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